Por: Sinergia Informativa

Mientras el País se divide alrededor de la decisión adoptada por la Corte Constitucional en torno a la inconstitucionalidad de la adopción de niños, niñas y adolescentes por parte de parejas del mismo sexo, es necesrio pensar el tema de la sexualidad más allá de esta coyuntura.

Lamentablemente la polarización entre quienes están de acuerdo y no lo están, ha llevado la discusión en algunos sectores de la sociedad colombiana a extremos homofóbicos, como señalar de enfermos o anormales a los miembros de la comunidad LGBTI. La falta de información y formación suficientes, clara, abierta y precisa en torno a este tipo de temas, es la que lleva a extremos conceptuales y de violencia.

Ojalá hubiese suficiente información e ilustración calificada, objetiva e imparcial, además de foros y discusiones responsablemente orientados por profesionales, en los colegios y medios de comunicación.

Más allá de la coyuntura, el País está en mora de emprender una cruzada constitucional que lleve consciencia a todos los colombianos sobre el respeto de la dignidad humana, de los derechos y los deberes de todos, a la igualdad sin ningún tipo de discriminación por razones de sexo u origen familiar, a su intimidad personal y familiar, y al libre desarrollo de su personalidad…

Ese tiene que ser el compromiso que se debe asumir desde las diferentes instituciones públicas y privadas, con orientación del Ministerio y las secretarías departamentales y municipales de Educación, con el apoyo del ICBF, la Procuraduría, la Defensoría y las personerías, para que empecemos por acabar con el matoneo y seamos capaces de construir una sociedad más tolerante en la diferencia.

El miércoles, 18 de febrero de 2015, el conjuez José Roberto Herrera Vergara tuvo en sus manos la misión de dirimir con todo juicio y responsabilidad el empate existente en la Corte Constitucional sobre este tema que, de manera refleja, tiene dividido al País. La decisión de la Sala Plena del Alto Tribunal, para algunos salomónica, de permitir la adopción siempre y cuando uno de los dos tenga un hijo biológico, de todas maneras deja la brecha abierta sobre los derechos de los homosexuales y, consecuentemente, sobre la discriminación existente.

En todo caso, si la decisión hubiera sido positiva para las parejas del mismo sexo, esos niños, niñas y adolescentes adoptados, no estarían exentos del bullying de una sociedad aún no preparada para aceptar los derechos, en igualdad de condiciones, de quienes practican y defienden la diversidad sexual.

Por eso, insistimos en una cruzada educativa y cultural que permita mayor reflexión y consciencia alrededor del tema de la sexualidad y, en general, del mandato constitucional sobre la libertad e igualdad ante la ley de todas las personas, que en honor a su dignidad, deben gozar “de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar…”.