A propósito de la Feria Popular de Brujería, organizada por la Caja de Compensación Familiar Comfama, la cual ha generado controversia entre diferentes sectores políticos y empresariales, porque supuestamente atenta contra principios y valores propios de la idiosincrasia antioqueña, ¿no están develando esos críticos una posible incoherencia ética?
Abierta y enfáticamente han condenado el evento sin reparar en lo simbólico, lo mítico, lo artístico o lo cultural de la propuesta, por considerarla “inmoral”. Pero se tolera, se justifica y se normaliza todo lo que es evidentemente destructivo para la convivencia democrática y la confianza ciudadana.
Se rasgan las vestiduras como si un acto cultural tuviera más poder de corrupción que la mentira que se pronuncia con cálculo todos los días desde las curules, en las redes sociales y frente a las cámaras y los micrófonos.
¿En nombre de qué principios y valores protestan? Porque si se ha de ser honestos, la política colombiana atraviesa un eclipse moral mucho más oscuro que cualquier noche de aquelarre.
Cada día vemos a muchos -que no a todos- de los que invocan el respeto y la defensa de principios y valores, utilizar la palabra como arma: mienten, desinforman, insultan, acusan, manipulan, injurian, calumnian y condenan, sin respeto, sin tolerancia y sin responsabilidad. Queman “brujas” imaginarias, sin presumir su inocencia y sin un debido proceso, mientras conviven con los demonios reales del poder: el odio, la venganza, la corrupción, la soberbia, la codicia, la falta de humanidad y el desprecio por la verdad.
Lo paradójico es que muchos de los que condenan una muestra artística sobre la “brujería” son los que “hechizan” al pueblo con promesas imposibles de cumplir, “encantan” multitudes con discursos de odio y lanzan “conjuros” mediáticos para destruir al adversario.
La verdadera brujería no la practican quienes evocan leyendas ancestrales o símbolos místicos en ferias culturales, sino quienes han convertido la política en un ritual de la posverdad para engañar y manipular a quienes han decidido simplemente creer, sin pensar ni cuestionar, las narrativas que salen como conejos de abajo del sombrero de quien no se sonroja a sabiendas del engaño.
Comfama aclaró que el evento busca reconocer múltiples creencias, historias y conocimientos presentes en la sociedad colombiana, mediante espacios de discusión desde diversas posturas académicas, artísticas y comunitarias. No busca promover o incentivar la práctica de rituales de brujería.