La carrera hacia las elecciones presidenciales de mayo de 2026 empieza a mostrar sus primeras definiciones estratégicas. La llamada “Gran Consulta por Colombia”, que agrupa a varios precandidatos de centro-derecha, ha tomado la delantera en la búsqueda de una candidatura unificada que compita con mayores opciones frente a la izquierda, que a su vez trabaja en la consolidación de un “Frente Amplio”. Sin embargo, este esfuerzo por la unidad no está exento de fisuras, ausencias notorias y tensiones internas que evidencian los límites de una convergencia total.

Una de las novedades más relevantes de las últimas horas ha sido el posible ingreso de Paloma Valencia, recién ungida como candidata presidencial del Centro Democrático, a la “Gran Consulta” que se realizará el 8 de marzo de 2026, el mismo día de las elecciones al Congreso. El anuncio preliminar, hecho por los integrantes de la coalición a través de la red social X, fue recibido como una señal política fuerte: la candidata del partido fundado por Álvaro Uribe Vélez manifestaba su interés en sumarse a un mecanismo que busca enviar un mensaje de unidad, equipo y propósito de país.

No obstante, la adhesión de Valencia no está cerrada. La Senadora ha sido clara en que su decisión debe pasar por una conversación interna con el expresidente Uribe, la bancada parlamentaria y los militantes del partido.

No quiero tomar decisiones sola”, ha insistido, subrayando que su candidatura representa al uribismo en su conjunto y no una aspiración individual. El Centro Democrático, además, tiene plazo perentorio ante la Registraduría para definir si participa o no en la consulta interpartidista.

El propio Álvaro Uribe Vélez, líder natural de la colectividad, reconoció la intensidad del debate interno y dejó una frase políticamente significativa: “acataré la decisión final de nuestra candidata”.

El pronunciamiento refleja respaldo, pero también deja ver un hecho inocultable: no prosperó su propuesta de una mega alianza que incluyera a todos los precandidatos, desde Sergio Fajardo hasta Abelardo de la Espriella. Ambos quedaron definitivamente por fuera del esquema de la “Gran Consulta”, marcando los límites reales de la unidad posible.

La coalición, integrada por Vicky Dávila, Juan Daniel Oviedo, Juan Manuel Galán, David Luna, Aníbal Gaviria, Mauricio Cárdenas y Daniel Palacios se consolida así como el esfuerzo más estructurado de la centro-derecha para llegar fortalecida a la primera vuelta. Para Valencia, la consulta no es sólo un mecanismo electoral, sino un mensaje político: la disputa, en su lectura, no es simplemente entre derecha e izquierda, sino entre demócratas y proyectos que —según advierte— ponen en riesgo las bases institucionales del País.

La Senadora también ha dejado claro que sólo contempla dos escenarios: consulta o primera vuelta, descartando encuestas u otros mecanismos alternativos. Y aunque defendió el proceso interno del Centro Democrático que la llevó a la candidatura única, no eludió las tensiones con sectores críticos dentro del partido. Aun así, ha reiterado su disposición a integrar a todas las corrientes del uribismo en un eventual proyecto de gobierno.

El panorama que se dibuja es el de una unidad avanzada, pero incompleta. “La Gran Consulta por Colombia avanza como la apuesta más clara de la centro-derecha para enfrentar a la izquierda en 2026, pero lo hace sin algunos actores clave y con decisiones aún por cerrar. El desafío no es menor: convertir la suma de liderazgos en un proyecto coherente, competitivo y creíble para una ciudadanía cada vez más escéptica frente a las promesas de unidad que no siempre se traducen en consensos reales.

Más allá de nombres y cálculos electorales, la pregunta de fondo sigue abierta: ¿logrará la centro-derecha convertir este esfuerzo en una verdadera alternativa de poder? o ¿quedará atrapada entre la fragmentación, los egos y las decisiones a medias? La respuesta empezará a definirse en marzo, pero el pulso político ya está en marcha.