John Fernando Restrepo

Por: John Fernando Restrepo Tamayo

La Constitución de un país es un texto políticamente sagrado. Sagrado porque recoge los principios y los valores más elevados que una sociedad políticamente organizada decide darse a sí misma. Define la naturaleza y el fin del poder público. Señala explícitamente la lista de derechos básicos (Parte dogmática) y los oficios institucionales (Parte orgánica). Recoge en un solo texto lo largo y ancho de la sociedad. Es un texto rector y una norma jurídica sobre la que se deriva la validez de las demás normas que regulan toda la vida en sociedad: desde las leyes hasta los contratos, los reglamentos internos de trabajo o los manuales de convivencia escolar. Su aprehensión es un paso básico para construir sociedad civil puesto que solo pueden reclamarse los derechos que se conocen.

En tanto texto político está sujeto a los factores reales de poder, que son su esencia. Estos factores reales de poder la crean y la devoran. Esa es su naturaleza. Por eso quien escribe sobre la Constitución sabe que se expone a que cualquier coyuntura o pretensión política la modifique de manera sustancial. Siendo consciente de este riesgo me atrevo a presentar una Estructura Constitucional del Estado Colombiano. Lo hago porque creo que nuestra Constitución tiene más virtudes que vicios. Lo hago porque creo que la reflexión académica debe prolongarse más allá de la lectura individual de un texto político relevante y decisivo. Lo hago porque creo que quienes hemos tenido la enorme fortuna de dedicar nuestro esfuerzo docente al conocimiento y al funcionamiento de la sociedad a partir de la Constitución tiene múltiples razones para creer que nuestra sociedad puede ser mejor en tanto el poder se someta al derecho, en tanto el derecho se someta a la Constitución y en tanto los individuos sepan el alcance de sus derechos y de sus deberes.

Estructura Constitucional del Estado Colombiano es un texto que tiene su origen en los salones de clase. En las exposiciones y en las discusiones sobre los cimientos estructurales de nuestro Estado a la luz de la Constitución. Es el resultado de un proceso de acumulación de datos, artículos, propuestas y confrontaciones que han empezado con una idea y ahora se plasman en el papel. Es un esfuerzo compartido con mis estudiantes para quienes está dedicado y quienes espero sean sus primeros lectores. Con toda seguridad podrán encontrar en estas líneas muchas discusiones o dudas resueltas en clase. Ellos son coautores de esta obra, aunque la responsabilidad de lo aquí propuesto es solo mía.

Para ellos solo hay un sentido de gratitud por exigirme precisar conceptos y por brindarme la confianza para seguir pensando y hablando sobre la estructura de un Estado complejo y maravilloso. Un Estado donde hemos nacido y donde trabajamos para que cada día sea mejor y se parezca a lo que la Constitución contiene y profesa. Un Estado al que le debemos lo mejor, y del que espero, que este texto sea entendido y leído como un pequeño aporte en el que todos mis estudiantes han ayudado a construir la casi totalidad de párrafos que lo componen. Por ellos está hecho y a ellos está dedicado.