La contienda presidencial de 2026 empieza a definirse no tanto por los nombres, sino por la configuración de bloques políticos. En ese tablero, el reciente comunicado de convocatoria a la consulta del “Pacto Amplio” o “Frente Amplio” de la centro-izquierda marca un punto de inflexión: la izquierda y sus aliados ya tienen claro su camino y, con ello, le ponen nombre al adversario que los demás sectores deberán enfrentar si quieren impedir la continuidad del proyecto político que ha encarnado Gustavo Petro durante el actual período presidencial.

El documento, fechado el 22 de diciembre de 2025, formaliza la decisión de participar en una consulta popular presidencial el 8 de marzo de 2026, el mismo día de las elecciones al Congreso. La estrategia busca garantizar la movilización electoral, la cohesión interna y una narrativa de legitimidad democrática alrededor de un solo candidato que represente la continuidad del proyecto progresista.

El mensaje es explícito: El “Frente Amplio” no se presenta como una coalición coyuntural, sino como una alianza ideológica y programática que agrupa a las izquierdas, al progresismo y a sectores del liberalismo socialdemócrata. Su propósito declarado es “ganar las mayorías” y liderar el próximo gobierno, apelando a banderas como la profundización de las reformas sociales, la ampliación de la democracia, la transición energética justa y la defensa de un modelo de seguridad humana.

En términos políticos, este pronunciamiento despeja cualquier ambigüedad: la centro-izquierda ya definió su mecanismo, su fecha y su relato. También abrió formalmente la puerta a nuevas adhesiones, lo que confirma que la apuesta no es sólo conservar lo existente, sino ampliar la base electoral que llevó a Gustavo Petro al poder en 2022.

Las organizaciones firmantes —Pacto Histórico, Colombia Humana, Polo Democrático, MAIS, Partido Comunista, Fuerza Ciudadana y sectores ecologistas—, junto con precandidatos como Iván Cepeda, Roy Barreras y Camilo Romero, envían una señal clara de cohesión. Más allá de las tensiones internas que históricamente han marcado a la izquierda, el comunicado busca proyectar una imagen de unidad disciplinada frente a un adversario común.

Para los precandidatos de centro, centro-derecha y derecha democrática, el mensaje es contundente: el enemigo político a vencer en 2026 será este bloque, no los competidores internos. La disputa ya no será fragmentada, sino entre dos visiones de país claramente diferenciadas: la continuidad —con ajustes— del proyecto petrista o una alternativa que prometa corrección, cambio de rumbo o ruptura con el actual modelo de gobierno.

En ese contexto, los esfuerzos paralelos de unidad en otros sectores —como “la Gran Consulta” de centro-derecha— dejan de ser opcionales para convertirse en una necesidad estratégica. Enfrentar a un “Frente Amplio” -organizado, con consulta, programa común y narrativa cohesionada- desde la dispersión o la competencia interna prolongada, sería políticamente suicida.

El comunicado del Frente Amplio no sólo convoca a una consulta: marca el terreno de la confrontación política. Advierte que la izquierda no irá a la defensiva, sino que buscará revalidar su proyecto en las urnas bajo el argumento de que dos gobiernos consecutivos consolidarían las transformaciones iniciadas.