Otro 4 de agosto, como los 21 “cuatros de agosto” que se vienen repitiendo desde 2004, cuando mediante Ley 918 se dijo que Colombia conmemoría el Día del Comunicador y el Periodista en esta fecha, para rendir homenaje a quienes ejercen estos oficios que otrora fueran fundamentales para la vida democrática y la construcción de ciudadanía. Lo cierto es que, a diferencia del clásico y ampliamente reconocido Día del Periodista que se celebra el 9 de febrero, este 4 de agosto transcurre en el silencio, la indiferencia y el olvido institucional y gremial.
Como médico, siempre me pareció una paradoja macabra la existencia de la expresión "suicidio infantil". En mis días de estudiante en la Universidad de Antioquia, era un concepto casi impensable. El consultorio debería ser un santuario de risas, de juegos, de sueños inocentes y de curiosidad inagotable. Hoy, sin embargo, se ha convertido, con demasiada frecuencia, en el escenario donde se develan historias de una oscuridad incomprensible. La infancia, en nuestro país, se está enfermando, y la manifestación más dolorosa de esta crisis es que los niños están decidiendo que el silencio es su única salida.