Algunos colombianos esperan que esos precandidatos les presenten propuestas, mediante las cuales les garanticen bienestar en seguridad, salud, educación, empleo, vivienda, servicios públicos y todas las satisfacciones y soluciones que los acerquen a la felicidad. Esos son colombianos piensan y ponen la razón al servicio de la decisión que consideran es la más consciente e inteligente.

Otros colombianos ya tienen definido que no son propuestas, ni lógicas, ni razones, ni argumentos las que los habrán de convencer, porque no es su mente sino sus emociones y sus pasiones las que definen su apoyo electoral.

Sin embargo, esas visiones de País que están definidas en cada uno de los sectores del péndulo político-ideológico, deberían despertar la consciencia de sus seguidores, porque ellas -quiéranlo o no, de maneras diferentes y en respuesta a intereses muy definidos- prometen un proyecto de País que, según cada corriente, es el ideal para unos y otros colombianos. O sea, hasta las pasiones viscerales deben ser movidas por tendencias.

¿Cuál es la tendencia inscrita en el péndulo político-ideológico colombiano que a usted le mueve las entrañas, le agita el corazón o llega a su mente y su cerebro y lo convence y lo lleva a tomar la decisión que, realmente, sea capaz de hacerlo feliz? Lo invito a hacer un viaje de extremo a extremo:

Izquierda y Progresismo: agrupa desde el socialismo democrático hasta corrientes de inspiración marxista y movimientos progresistas que priorizan cambios estructurales en lo económico, lo político y lo social. El Progresismo, como rama más amplia y moderada, se enfoca en la ampliación de derechos sociales, de género y ambientales, y en reformas que reduzcan desigualdades, sin buscar una ruptura radical con el modelo económico.

Son rasgos clave, el Estado fuerte como garante de derechos y redistribuidor de riqueza, la reforma agraria, el acceso equitativo a los recursos y las políticas ambientales con enfoque en transición energética.

Centro Izquierda: comparte con la izquierda la preocupación por la equidad y la justicia social, pero es más pragmática en el uso de mecanismos de mercado y alianzas políticas amplias. Busca reformas graduales y consensuadas.

Es clave una economía mixta que promociona la inversión privada con fuerte intervención estatal para corregir desigualdades. Tiene prioridad en políticas de salud, educación y empleo, pero sin romper con el capitalismo. Y evidencia el compromiso con la democracia liberal y los derechos humanos

Centro: Se autodefine como equilibrado entre el intervencionismo y el libre mercado, entre cambios y continuidad. Intenta ser un espacio de convergencia para evitar la polarización.

Es clave su pragmatismo económico: apertura a inversión privada con regulación estatal moderada. Dice defender políticas sociales responsables fiscalmente, el Estado de Derecho y la institucionalidad por encima de agendas partidistas.

Este sector puede ser el que seduzca al electorado en estos tiempos de polarización extrema, agresiva y violenta. Pero, al mismo tiempo, es señalado negativamente por su tibieza.

Centro Derecha: Se acerca al conservadurismo económico y social, pero mantiene disposición a reformas graduales. Favorece la empresa privada y el libre comercio, con intervención estatal mínima, excepto en seguridad y orden público.

Derecha: Es la corriente que defiende de forma más firme el libre mercado, la propiedad privada y el orden social tradicional. Se opone a cambios estructurales que puedan alterar el modelo económico capitalista.

Se caracteriza por la mínima intervención del Estado en la economía, el conservadurismo en valores familiares y sociales, la seguridad nacional como prioridad absoluta y la reticencia a negociaciones con grupos armados ilegales, privilegiando la acción militar.

El péndulo político-ideológico de Colombia representa un vaivén de posiciones bien definidas que deben pellizcar la razón y la consciencia de quienes han decidido apoyar a una o a otra tendencia, para que decidan responsablemente, trascendiendo las emociones y la pasiones.

Esto no quiere decir que haya posturas de privilegio para la razón en una u otra posición, en el péndulo político-ideológico: la pasión y las emociones son humanas. Pero dejarle la decisión de algo tan importante como el futuro del País y la felicidad de los colombianos a pálpitos y a visceralidades, eso es absolutamente irresponsable.

Algunos colombianos piensan y hacen uso de la razón. Muchos hacen parte de los rediles de la “estupidez colectiva”. Pero es posible esperar que los colombianos condenados a la desinformación, la manipulación y a ser convertidos en “idiotas útiles” de uno u otro sector, se rebelen y aprendan a leer el péndulo político-ideológico.

La invitación es a elegir proyectos de País coherentes y sostenibles y no, simplemente, a reaccionar al impulso emocional. Porque la Democracia se fortalece cuando el voto no es un acto de rabia, de miedo o de odio, sino de consciencia y de responsabilidad.