Balmore González

Por: Balmore González Mira

Hay en la vida cotidiana muchos comportamientos que nos llevan a calificar a una persona como educada, culta o de buenos modales y otros con los cuales concluimos que jamás esos seres han recibido la más mínima instrucción en menesteres de lo que hemos denominamos por años, la normas de urbanidad de Carreño. Este venezolano nacido en el siglo XIX por años estuvo vigente en la educación de nuestro pensum académico, haciendo de sus alumnos los mejores en las épocas en que aún se respetaba a las mujeres, se les cedía el asiento en los buses o tranvías; se saludaba con decencia y había respeto por las diferentes autoridades, bien fuera civiles, militares y eclesiásticas. Esto se fue desvaneciendo y hoy no se respeta pinta, como dicen en mi pueblo. Ni las normas obligatorias se cumplen.

Frente al tema ambiental se han publicado manuales de buenas prácticas y en algunos países se han elevado al carácter de norma obligatoria. Algunos lo han asumido como política pública y en otros tantos como política de estado. Pero no ha sido suficiente y el daño que se va convirtiendo en irreversible, hasta ha puesto al científico inglés   Stephen Hawking a pronosticar que debemos desocupar la tierra en menos de 100 años  debido al cambio climático, del cual en gran parte somos responsables.

Asumir conductas medioambientales no solo debe ser una moda, debe convertirse en una forma de vida y todos podemos contribuir con el menor esfuerzo a conservar nuestro planeta con comportamientos  tan simples que diariamente asumimos y con los cuales las estadísticas se reducirían en temas de contaminación, degradación y hasta en el mal uso de los recursos hídricos, eléctricos y en temas de contaminación atmosférica, visual, auditiva y de toda índole. Un profesor de estadística en estudios superiores ambientales nos mostraba como un mero vaciado de un sanitario tradicional se convierte en un atentado al medio ambiente. Además nos creaba conciencia con temas tan simples como nuestro baño diario, el cual debe ser corto y en términos ambientales, eficiente; los grifos cerrados al momento de cepillarse los dientes y el lavado de prendas, objetos, en las cocinas  y vehículos con desperdicio de mangueras abiertas. No todas las prendas deben plancharse y el uso de este pequeño aparato doméstico debe ser una vez por semana. Trapear con el agua que se recicla de la lavadora y varios consejos que son comunes pero poco aplicados. El uso eficiente de los vehículos, su permanencia con motor encendido estacionado y sus luces prendidas antes del ocultamiento del sol. Las bombillas encendidas sin necesidad en los hogares y oficinas, entre otros temas, lograban disparar consumos que no son perceptibles, pero que analizados a fondo y con la explosión demográfica empeoran el panorama ambiental en el planeta. Esta última también es la gran causante de los residuos y existen estudios serios sobre la producción de basuras por estratos que demuestran la falta de educación en estos temas. También hay situaciones con la contaminación industrial que obedecen a grandes escalas de producción poco amigables con el medio ambiente.

En conclusión, tenemos una cantidad de normas que no aplicamos en esta materia, como los famosos comparendos ambientales;  la premisa de quien contamina paga, aquella de que quien agua y energía derrocha mucho, a su bolsillo le duele mucho, entre otras; pero que en realidad no son producto de procesos pedagógicos, sino de campañas mediáticas cuando los hechos ocurren y que luego se desvanecen. Por ello es necesario darle más dientes a las corporaciones ambientales para que de verdad ejerzan las funciones de policía que les corresponde. Esta ola invernal nos debe hacer reflexionar sobre el papel que cada uno cumple en materia de protección del ambiente, que puede ir desde no tirar la envoltura  de un confite al piso, hasta  arrojar varios colchones en los lechos de una quebrada, como una simple ayuda al medio ambiente.