Edwin Franco

Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría

Saber qué va a hacer un gobernante una vez esté en el poder no resulta en la mayoría de las veces nada fácil, porque apenas está allí instalado cambia de parecer o bien no puede o no quiere cumplir con sus promesas.

La historia que antecede a quien dirige los destinos de una nación puede y generalmente sirve para hacerse a una idea de lo que puede ocurrir con esta persona:   si gobernó o no otra región del país, y sí lo hizo cuáles fueron sus logros y cuáles los desaciertos; su comportamiento en la o las colectividades políticas a las que ha pertenecido; desde luego que las eventuales investigaciones que haya tenido y la suerte de las mismas es un aspecto importante, siendo las de carácter penal las que más alerta deben generar; su paso por cargos públicos o privados distintos a los de elección popular; escándalos de corrupción, entre otros aspectos, deben ser tenidos en cuenta a la hora de votar por ese candidato, sin desconocer que para muchos electores nada de esto les interesa, es más, ni se detienen a pensar en ellos, basta que el candidato plantee determinadas propuestas y haga las promesas correspondientes para que muchos se decanten por esa opción.  Esta podría ser la regla general para evaluar una candidatura y aun así nos equivocamos.  Pero lo que sí resulta inadmisible es que el futuro gobernante de un país muestre sus dientes, su forma de ser y la manera cómo gobernará, y termine siendo elegido por su pueblo.  Hay muchos casos, pero me referiré a dos:   Donald Trump y Hugo Chávez.  En el mundo entero, y por supuesto en los Estados Unidos, se sabía que de llegar a ser presidente las cosas cambiarían de tal manera que era para entrar en pánico y salir corriendo, y ahí lo tienen, en tan solo dos semanas tiene tan alteradas las cosas que cada día más son las manifestaciones por todas partes en su contra y varios y muy importantes líderes mundiales que también han salido en buena hora a decirle lo equivocado que está;  no hay tema que se le quede por fuera:  seguridad, inmigración, salud, medio ambiente, política exterior, frente a todo quiere cambiar para mal las cosas, afortunadamente hace unos días un juez federal reversó la medida que había tomado de prohibir el ingreso de musulmanes de siete países, juez que terminó siendo blanco de malas palabras por parte de Trump.  Qué sigue?  Nada bueno.

Con relación a Hugo Chávez, el sólo hecho de intentar derrocar por medio de un golpe de estado a un presidente democráticamente elegido, debió haber sido suficiente alerta para no haber tenido el respaldo del pueblo, pese a lo cual convenció o al pueblo se le olvidó y ahí tienen al vecino petrolero sumido en lo peor y no se ve me mejoría en el cercano futuro.

Es importante hacer un alto en el camino y mirar, como lo hace la escritora y columnista Piedad Bonnett en su columna del domingo pasado en el periódico El Espectador (ya que no lo  quisieron hacer los colombianos cuando eligieron a Santos en la segunda vuelta, agregaría yo) que se avecinan las elecciones presidenciales y que sería bueno y necesario detenerse a pensar si una persona, que ya es de público conocimiento, tiene el peor de los genios, que le da un coscorrón a una persona sin razón que lo justifique, siendo además esa persona quien está exponiendo su vida por proteger la de él, que no se la jugó por esta paz, y un etcétera dice ella, merece el respaldo de los colombianos y ser nuestro próximo presidente, leer los signos dice la columnista.  Se refiere a Germán Vargas Lleras.

Creo que es un tema interesante, muy oportuno, sobre el que debemos reflexionar para que este país no se equivoque una vez más.