Rodolfo correa

“El peor régimen político es la democracia, excepto todos los demás”, decía Churchill. En medio de la imposibilidad humana por alcanzar la perfección, la democracia aparece como el único escenario de relaciones sociales y políticas en el que, por lo menos, las desigualdades pueden ser discutidas e intentar ser superadas.

En el marco de la nueva ola de derechos, se ha establecido por la comunidad académica que para que esto sea algo más viable en el siglo XXI, deben ser reconocidos los siguientes atributos:

– El derecho a la autodeterminación personal y la diversidad sexual, que reconoce a toda persona el derecho a ejercer su libertad y orientación sexual.

– El derecho a la elección de los vínculos personales, que se extiende al reconocimiento del derecho individual a la asociación sentimental con la persona elegida, incluyendo el derecho a contraer matrimonio, sin que exista obstáculo alguno al libre y pleno consentimiento para dicho acto. Todo tipo de vínculo personal libremente consentido merece igual protección.

– El derecho a la salud reproductiva, que reconoce los derechos sexuales y reproductivos de toda persona y el derecho de hombres y mujeres a la tutela de la maternidad, incluida la que tiene lugar fuera del matrimonio. Toda mujer tiene derecho a acceder a servicios de salud reproductiva, ginecológica y obstetricia de calidad.

– El derecho a la representación paritaria, que conlleva la proporción equivalente entre mujeres y hombres, de todas las edades, en los órganos de participación y gestión políticos.

Esta serie de garantías aseguran que el ser humano viva con dignidad, que valga por lo que es y no por lo que cree o por lo que le gusta.