Edwin Franco

Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría

Hace unas semanas dediqué una columna a los muy malos programas de televisión que desde hace un buen tiempo se vienen presentando, los que tienen como argumento principal mostrar las vidas, con todo lo sórdidas que han sido, de cierto tipo de personajes que bastante mal le han hecho a este país o que sencillamente no son el modelo de vida a seguir:   una cantidad considerable de series dedicadas a recrear la vida de oscuros narcotraficantes, paramilitares, delincuentes y la muy triste cosificación de la mujer, que en estos malogrados seriados es mostrada como el objeto de compra y venta por excelencia, de satisfacción de deseos sexuales y de exhibición cual concurso de lo que se quiera.

Otra cantidad de seriados dedicados a recordarnos la historia de vida, casi siempre, de personas que nacieron con muy pocas oportunidades, en deplorables condiciones de pobreza que a bien tuvieron superar la adversidad, que no fue poca en muchos casos, para salir adelante en un claro ejemplo de vida, hasta ahí a seguir.   Desafortunadamente, en ese camino que se mostraba de éxito y de gloria se mezclaron otra serie de circunstancias que comenzaron a desdibujar a esas personas que doblegaron la adversidad y lograron triunfar, y puede que muchas de ellas sean sin duda del fuero interno de cada una de ellas, pero no por ello dignas de mostrar a la opinión pública, sobre todo, si sumadas a ellas se decidió trasegar por el mundo del delito, cometiendo algunos tan graves y abominables como el homicidio.

No soy asiduo televidente de estos seriados y tampoco esporádico, pero si me he dado a la tarea de ver algunos capítulos de estos programas para decir lo que digo.

Recientemente, por el Canal Caracol, se comenzó a emitir una serie denominada Las Hermanitas Calle, que toda Colombia sabe de quiénes se trata y es una historia bonita y digna de contar, no sólo porque se trata del típico caso de quien sale adelante y triunfa, sino porque con la música que interpretaron, se muestra parte del folclor colombiano, que en el género de la guasca, es bastante arraigado y escuchado en ciertas zonas del país como Antioquia, El eje cafetero y el Valle.

También y con mucha alegría para mí, la semana pasada se comenzó a transmitir otro sobre la vida de Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso, más conocida como Celia Cruz, denominado “Celia”, que narra la historia y legado musical de una mujer que emprendió su carrera musical en medio de la Revolución Cubana, en una época donde una cantante mujer no tenía mucho espacio para ello, que no sólo con la extraordinaria y siempre memorable música que cantó, sino con su único e inconfundible estilo son motivo de eterna y muy grata recordación.   Ver como se recrea la Cuba de los años cincuenta y sesenta, los personajes, con ese agradable acento cubano, interpretando a esas glorias de la música cubana, que hicieron parte nada más y nada menos que de la conocidísima agrupación musical la Sonora Matancera, como Rogelio Martínez, Carlos Manuel Díaz Alonso “Caíto”, Myrta Blanca Silva Oliveros, Pedro Knight, Calixto Leicea y desde luego, Celia Cruz, es muy agradable y loable de contar.   Hay que verla. Bien por RCN y ojalá continúen por el camino de recordarnos a seres tan alegres y tan grandes que nos han alegrado tanto la vida y nos han hecho pasar momentos tan felices con su inigualable música.

Hace unas semanas leí en un periódico de circulación nacional que se estaba preparando una serie sobre la vida de Gabriel García Márquez, ojalá se cristalice pronto esta idea del más grande de los colombianos en toda su historia en el mundo de la cultura y hacer votos porque a los dueños, directivos y productores de los canales privados no se les ocurra pasar por televisión la vida y obra de personajes como la de un delincuente redomado como Megateo, dado de baja recientemente, que como es de público conocimiento tenía debilidad por las niñas entre 12 y 16 años y les pagaba a sus padres, gente pobre e ignorante, para que se las entregaran.